domingo, 5 de agosto de 2012

En honor de humano grande, lúcido José Saramago y su "ensayo sobre la ceguera"


Derecho al trabajo reglado, una ocupación personal digna.
Requisito fundamental  irrenunciable reconocido en las constituciones de sistemas variopintos, en las democracias…*pero, como ocurre en los demás derechos fundamentales* no lo reconocen estados y gobiernos como de “obligado cumplimiento” si no como “metas idealizables”.
Mal hecho pues. Al menos en una sociedad democrática apreciada y verdadera, independiente del color político en concurso…es un hecho dedicado y debido al “contrato social” donde se reagruparán los esfuerzos necesarios para cumplir, mera obligación institucional y política, como mandato supremo de la verdadera soberanía del pueblo y su primigenia voluntad, requisito básico del funcionamiento social. Si no “la empresa” carece de sentido social coherente, justo, apropiado, y por las competencias leales de las instituciones representantes de esta voluntad refrendada y  en sufragio; quedando estas instituciones que no concurran y persigan esta taxativa ley, fuera de la misma, en suplantación. Y que no se debe olvidar, evadir, declinar, ignorar y menos obstruir.
A través del trabajo reglado – al menos las personas humildes, obreros y trabajadores por cuenta ajena sin otros recursos de capital solaz…se ganan la vida y la de los suyos con su esfuerzo. Condiciones y oportunidades que se deben brindar.

Hay muchos hechos y supuestos “subvencionados” por todo estado o sistema, muchas veces por “deudas contraídas” en el normal funcionamiento: soberanías,, presidencias, milicias, ministerios, legisladores, jueces… y un sin fin de situaciones: ancianidad, enfermedad, educación, desempleo, indemnizaciones concurrentes, representación social…el desempleo es “el rompiente” objetivamente es oneroso, grava a las demás disposiciones; una fuerza de recaudo productiva desechada, en descarte arbitrario, numérico y estadístico, caprichoso; que repercute necesaria y proverbialmente en el eslabón débil, los antedichos humildes (cuando esta situación es masiva e insostenible “se producen los motines y revoluciones… cruentas” y fanatismos totalitarios).
En un Estado social saludable para que el Estado asuma las prerrogativas encomendadas, estas se nutren de las imposiciones, vía impuestos.
Estos impuestos deben cumplir las obligaciones del buen uso y disposición.
No tratándose ni siquiera en idea peregrina de subsidios derivados de incompetencias, lucro elitista y cobro desmesurado en actividades poco eficaces, no justificadas, o coberturas y obligaciones de carácter social inflacionista a cargo de la hacienda nacional o pública, si no de cumplimiento con la igualdad perseguida, la eficacia y profesión de quién lo atesora y la minimalización del gasto superficial. La ingente demanda en la salud y prestaciones sociales derivadas de “incapacidades generales diversas” se minimalizan de igual manera y dignifican si al cambio *ineludible* se le agrega un acto productivo una ocupación productiva de acuerdo a las posibilidades, adaptadas a ello, excepto en las situaciones “extremas” inviables de operación y ancianidad, de justa recompensa.  


 http://www.rtve.es/noticias/20130128/cronicas-fabrica-sentido/605300