miércoles, 21 de enero de 2015

Derecho al trabajo reglado

Una ocupación personal digna como referente social.
Requisito fundamental e irrenunciable, reconocido en las Constituciones de sistemas variopintos, en las democracias…pero -como ocurre en los demás derechos fundamentales, no los reconocen Estados y gobiernos como de obligado cumplimiento, si no como “metas ideales”. Mal hecho pues.
Al menos en una sociedad democrática apreciada y verdadera, independiente del color político en concurso…Es un hecho dedicado y debido, al contrato social, donde se reagrupan los esfuerzos necesarios para cumplir; mera obligación institucional y política, como mandato supremo de la verdadera soberanía del pueblo y su primigenia voluntad; requisito básico de la imbricación social.
Si no “la empresa”, carece de sentido social coherente, justo, apropiado, por las competencias leales de las instituciones representantes de estas voluntades refrendadas y/o sufragadas; quedando estas instituciones que no concurran y persigan esta taxativa ley, fuera de la misma, en suplantación. Y que no se deben olvidar, evadir, declinar, ignorar y menos obstruir u obstaculizar, para que las iniciativas encaminadas lleguen a buen puerto.
A través del trabajo reglado –al menos las personas humildes, obreros y trabajadores por cuenta ajena, sin otros recursos de capital solaz…se ganan la vida y la de los suyos con su esfuerzo y capacidad, en condiciones y oportunidades que se les brindan.
Hay muchos casos, cargos, hechos y supuestos “subvencionados” o  más propio, gastos necesarios…por todo Estado o sistema, muchas veces por “deudas contraídas” en el normal funcionamiento de soberanías, independencias…presidencias, milicias o cuerpo militar, policial, ministerios, legisladores, jueces…y un sin fin de situaciones del ciudadano o natural: ancianidad, enfermedad, educación, desempleo o desocupación, indemnizaciones concurrentes en las actividades industriales y tratos civiles, representación social, etc.
El desempleo es “el rompiente” de las concatenaciones. Objetivamente es oneroso, grava a las demás disposiciones, una fuerza de recaudo productiva desechada, en descartes arbitrarios, numéricos y estadísticos, caprichosos; que repercuten necesaria y proverbialmente, en los eslabones más débiles, los antedichos humildes (cuando esta situación es masiva e insostenible “se producen los motines y revoluciones, violencias, represión” y fanatismos).
En un Estado social saludable para que el Estado, asuma las prerrogativas encomendadas…estas se nutren de las imposiciones y tasaciones, vía impuestos, de común acuerdo.
Estos impuestos deben cumplir las obligaciones del buen uso y disposición del gasto estatal.
No tratándose ni siquiera en idea peregrina de subsidios derivados de incompetencias, lucro elitista y cobro desmesurado en actividades poco eficaces, no justificadas y/o coberturas y obligaciones de carácter social inflacionaria, a cargo de la hacienda nacional o pública, si no de cumplir con la igualdad, libertad y solidaridad perseguidas, la eficacia y profesión de quiénes lo atesoran, y la minimalización del gasto superficial, que no se cargue en excesos, en la actividad productiva y recaudatoria.

La ingente demanda en la salud, educación, pensiones y prestaciones sociales y las derivadas de “incapacidades generales diversas” se minimalizan de igual manera con eficiencia; y dignifican, si al cambio “ineludible”, se le agrega un acto productivo, una ocupación productiva, de acuerdo a las posibilidades adaptadas para ello, excepto en las situaciones extremas inviables de operación y ancianidad, de justa recompensa o causa mayor.               

"Derecho, o la tiranía del lenguaje"


El Derecho, el manejado esencial de los arbitrios entre seres humanos, no podía más que tener entre sus atribuciones semánticas y lingüísticas, una definición más ajustada a su razón, por contrario y oposición, sería la ausencia, de este derecho. 
En la actualidad y adquirida desde antiguo, la palabra, deriva de “La Derecha” (concordancia genérica, no existe segregación de género…)  que la popularizaron  los Romanos, en uso necesario ante el asentamiento de “sociedades evolucionadas” lógicamente, unidas al origen Divino, como norma, para que se entiendan los humanos."sin usar el instinto natural" fruto de innumerables encontronazos o desencuentros...tribales, colectivos o particulares, con la consiguiente consecución de sociedades reguladas domésticamente. La razón de las democracias y culturas de predominio existentes. 

Úsese el resultado sistémico mundial, bogando, en favor de un orden que nos inmiscuya a casi todas/os, esta ley que entronca con el carácter de especie, definido a lo largo y ancho de históricos acontecimientos y milenios de singularidad y su carácter instintivo primitivo o primigenio "egoísta y violento” llega a la conclusión de que hay dos caminos, el torcido y el recto...sinónimo de derecho.
Y hasta aquí quería llegar…
Por lo visto no hay posible evolución en un carácter donde no sea necesario regular hasta el tiempo que nos quede en respirar...no vaya a ser que respiremos un poquito más que otros, en nuestra misma situación, y así perpetuado por los siglos de los siglos, que solo podrán "respirar demás" solo algunos privilegiados que nos servirán de guía en esta noche de aciagos infortunios.

Por extendidos asertos "La Izquierda, es sinónimo de siniestra y torcido". 
De ahí la imposibilidad de que exista el derecho en este supuesto, innecesario...

La Izquierda es anatema, horroriza...que: el Hombre tome conciencia de su natural estado colaborativo y solidario, donde “los legajos” se pueden reducir a apretones de manos, o abrazos... y no en la perdida del tiempo, lugar y forma de leyes, tan dramáticas para muchos diseminados excluidos y ausentes, de tamaña arquitectura que condiciona al sistema.

Asistimos invariables  a la socialización de Reyes y Vasallos, Jefes y Mandados, Obreros y Patronos, Súper-Ricos y Pobrísimos. Siendo debido con estos antecedentes, a la manera en que le proponemos los nombres a las cosas, a los actos y los sucesos. 
En el inconsciente social se incrustan, fijan, interiorizan...
Calificativos a través del lenguaje, capaz de generar una conducta educada, justa y duradera.

El color blanco inmaculado, negro y oscuro, sombrío…
¡No, la lengua no es inocente! es el motor del vehículo que nos deambula, para bien y para mal.